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Popes80 | 12 diciembre, 2024

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Cómo hacer la canción perfecta: la guía definitiva

Cómo hacer la canción perfecta: la guía definitiva
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Esa canción. La que todos los artistas noveles buscan. El hit que convierte un grupo minoritario en un referente. ¿Cómo se consigue? ¿Es suerte? ¿Es magia? ¿Es una fórmula matemática? Vamos a tratar de resolver tus dudas con ayuda de numerosos estudios científicos que han indagado en el enigma más buscado de la industria musical.

Una investigación de la UC de Irivine dirigida por la matemática Natalia Komarova analizó 500.000 single del top 100 de Reino Unido, desde los 80 hasta ahora. Sus conclusiones resultan interesantes pero, como veremos a continuación, tienen también ciertas lagunas.

¿Las canciones alegres están desapareciendo?

Uno de los hallazgos de Komarova, incluso aunque sea tangencial en la investigación, es detectar que en las últimas décadas las canciones alegres y luminosas cotizan a la baja, mientras que una parte creciente de las producciones recientes son temas relacionados con la tristeza; no solo en las letras, sino que también han probado científicamente la correlación entre melodías más tristes y letras melancólicas.

El estudio arroja que de media menos del 4% de las canciones que se publican en un año tienen éxito. Otra nota sorprendente es que, al analizar científicamente las composiciones, las canciones que triunfan «son bastantes diferentes a la mayoría de las canciones». Paradójicamente, aunque estemos escuchando cada vez música menos eufórica, una de las notas diferenciales de las canciones de éxito es que «son más felices, más brillantes, más fiesteras, y más bailables, y menos tristes que la mayoría de las canciones».

«Algunas de estas tendencias apuntan a la tendencia de la mayoría de las canciones exitosas a ir en contra de las tendencias generales de varias décadas. El público parece preferir las canciones más alegres, aunque cada año se lanzan más canciones tristes», añade.

La elección del tono emocional de la letra, ya sea alegre o triste, también desempeña un papel crucial en la percepción de una canción perfecta. Según un estudio de Liila Taruffi y Stefan Koelsch publicado en Frontiers in Psychology, las canciones tristes pueden generar una respuesta emocional más profunda, asociada con sentimientos de nostalgia, consuelo y empatía, mientras que las canciones alegres tienden a estimular estados de ánimo positivos y energéticos. Por otro lado, la repetitividad en la melodía puede ser una ventaja, pero debe manejarse con cuidado. Un estudio liderado por Elizabeth Hellmuth Margulis en Music Perception muestra que las melodías repetitivas facilitan el procesamiento cognitivo, haciendo que las canciones sean más pegadizas. Sin embargo, un exceso de repetición puede llevar al aburrimiento, por lo que combinarla con variaciones sutiles es clave para mantener la frescura. En cuanto al género musical, la investigación de Dale North y Eric Garland sobre las listas de éxitos en plataformas como Spotify revela que el pop sigue siendo el género más universalmente atractivo debido a su accesibilidad, pero otros géneros, como el indie o el hip-hop, permiten explorar nichos específicos con una conexión más íntima con la audiencia. Por tanto, el género ideal dependerá tanto del público objetivo como de la autenticidad del artista.Esto sugiere que el impacto emocional deseado debe alinearse con el objetivo del músico: conectar profundamente con el oyente mediante emociones más complejas o crear una experiencia más ligera y optimista.

Factores extra musicales

Casi todas las investigaciones sociológicas consultadas sobre la fórmula del éxito musical conceden gran importancia al contexto, a lo que no tiene que ver con la música. Muchos investigadores han incluido un factor condicionante «superestrella» para aislarlo y que no contamine el análisis puramente musical, y es que el hecho de que el lanzamiento de un nuevo single provenga de una estrella mundial condiciona en un altísimo porcentaje la posibilidad de que se convierta en un hit.

También afecta el entorno y la coyuntura del lanzamiento: por ejemplo, si una nueva canción protagoniza un anuncio popular en televisión, o si un hit determinado se convierte en viral por alguna razón. El éxito de Iñigo Quintero desconcertó a todos en la industria, porque la canción rompía los moldes de la fórmula predefinida de éxito actual, pero además había salido «de la nada». En realidad, no: las redes sociales, en este caso TikTok, pueden contribuir decisivamente a aupar una canción.

En el caso de Si no estás la clave estuvo en la combinación de letra y música apropiada para acompañar un reel breve transmitiendo un mensaje determinado. Eso hizo del hit un éxito mundial, con ayuda del algoritmo que premia la visibilidad de las cosas que tienen éxito en las redes, causando un efecto multiplicador.

El asunto de los géneros

Según UnchainedMusic, los géneros más populares del momento, a escala mundial, son, por este orden:

  • hip hop
  • pop
  • rock
  • country
  • electrónica
  • música latina
  • k-pop
  • r&b
  • jazz
  • clásica

Por supuesto, en la expansión de ciertos géneros está contribuyendo notablemente el nuevo modo de escuchar música a través de plataformas que ayudan a globalizar los estilos. «Las plataformas de streaming han hecho que la música de todos los rincones del mundo sea fácilmente accesible», señalan, «los géneros internacionales como el K-pop y la música latina han ganado una inmensa popularidad, ya que las plataformas rompen las barreras geográficas y exponen a los oyentes a diversos sonidos de todo el mundo».

Si nos centramos en Europa, los analistas de UnchainedMusic ven como claro vencedor el pop y la música electrónica, destacando que el auge de los festivales y clubs resultan claves para mantener esta tendencia; además, «el rock mantiene una fuerte presencia, especialmente en países como el Reino Unido y Alemania, donde tanto el rock clásico como el alternativo gozan de un gran atractivo».

El pop es lo más universal

Si lo que buscas es una canción que pueda atravesar todas las fronteras, tu género es el pop. «La música pop tiene la mayor audiencia mundial, gracias a su amplio atractivo e influencia en todas las culturas», concluyen en UnchainedMusic.

Por otro lado, la repetitividad en la melodía, algo típico del pop, puede ser una ventaja, pero debe manejarse con cuidado. Un estudio liderado por Elizabeth Hellmuth Margulis en Music Perception muestra que las melodías repetitivas facilitan el procesamiento cognitivo, haciendo que las canciones sean más pegadizas. Sin embargo, un exceso de repetición puede llevar al aburrimiento, por lo que combinarla con variaciones sutiles es clave para mantener la frescura.

En cuanto al género musical en sí, la investigación de Dale North y Eric Garland sobre las listas de éxitos en plataformas como Spotify revela que el pop sigue siendo el género más universalmente atractivo debido a su accesibilidad, pero otros géneros, como el indie o el hip-hop, permiten explorar nichos específicos con una conexión más íntima con la audiencia. Por tanto, el género ideal dependerá tanto del público objetivo como de la autenticidad del artista.

Los acordes de éxito del pop

En el pop español, las canciones más exitosas suelen basarse en progresiones de acordes simples y emocionalmente resonantes, como el famoso círculo armónico I–V–vi–IV, ampliamente utilizado tanto a nivel global como local. Según un análisis de David Temperley, publicado en Music Theory Spectrum, estas progresiones generan familiaridad y satisfacción auditiva al moverse entre tonos mayores y menores, evocando tanto optimismo como melancolía.

En España, artistas como Alejandro Sanz o Pablo Alborán han destacado utilizando acordes en tonalidades menores con añadidos como séptimas o novenas, que aportan un toque de sofisticación y profundidad emocional. Esta combinación entre accesibilidad y riqueza armónica conecta fácilmente con un público diverso, favoreciendo el éxito en listas de reproducción y emisoras de radio.

Además, en el pop español es común el uso de modulaciones sutiles para intensificar la emoción en momentos clave de la canción, como el estribillo o el puente. Esta técnica, que juega con cambios inesperados en la tonalidad, añade dinamismo y mantiene el interés del oyente. Progresiones como ii–V–I, inspiradas en el jazz, también aparecen ocasionalmente para enriquecer canciones románticas o baladas, destacando la versatilidad del género sin perder su accesibilidad.

Las claves del ritmo ideal

Si nos centramos de nuevo en las tendencias del pop español de las últimas décadas, el ritmo en las canciones de éxito se caracteriza por su equilibrio entre lo bailable y lo emotivo, adaptándose a las tendencias globales sin perder su esencia local.

Según un análisis de Markus Neumann en Journal of Popular Music Studies, los éxitos contemporáneos suelen situarse entre 90 y 110 BPM en baladas y 100 a 130 BPM en canciones más rítmicas, una velocidad que conecta con el rango óptimo de atención y respuesta física del oyente. En el caso del pop español, géneros como el flamenco-pop o el pop latino incorporan patrones rítmicos sincopados que aportan un aire fresco y pegadizo, mientras que las baladas recurren a compases más regulares que facilitan la conexión emocional.

Además, el uso de elementos rítmicos actuales, como las percusiones digitales o los patrones inspirados en el reguetón, es cada vez más común, incluso en canciones que no buscan ser explícitamente urbanas. Esto se debe a que estos patrones, según un estudio de Madison Green en Music Cognition Quarterly, generan una mayor respuesta motora inconsciente en los oyentes, aumentando su atractivo en plataformas como Spotify.

Sin embargo, el ritmo ideal debe alinearse con la intención de la canción: mientras que los tempos más rápidos son ideales para éxitos veraniegos, las baladas rítmicas con patrones sencillos y un tempo moderado continúan dominando las listas en momentos más introspectivos del año.

¿Y cómo hago la canción perfecta?

Obviamente no tenemos la fórmula matemática. Entre otras cosas porque todos los estudios que estamos consultando para este reportaje adolecen del mismo problema: la música es sentimiento sobre todo, y eso no puede cuantificarse de un modo eficaz.

De todos modos, la búsqueda de la canción perfecta combina arte y ciencia, y aunque no existe una fórmula única, ciertos principios pueden maximizar su impacto. Investigaciones como las de Dr. John Sloboda, especialista en psicología de la música, destacan la importancia de crear “momentos de suspenso y resolución” en una canción para generar una respuesta emocional intensa en los oyentes. Estos momentos, conocidos como frisson, suelen aparecer cuando se juega con variaciones inesperadas en melodía, armonía o dinámica un estudio de M. E. J. Newman sugiere que canciones con estructuras repetitivas pero con ligeras innovaciones se vuelven más memorables, ya que la repetición refuerza el aprendizaje mientras que las variaciones mantienen el interés del oyente .

Desdede vista práctico, los músicos pueden aplicar estos principios enfocándose en la simplicidad estructural y en un uso inteligente de las sorpresas musicales. Esto puede lograrse mediante cambios armónicos inesperados, modulaciones emocionales en la letra o incluso experimentación con pausas estratégicas. Por ejemplo, estudios sobre el uso del tempo en éxitos comerciales demuestran que un rango entre 90 y 120 BPM favorece tanto el baile como la escucha pasiva.

El éxito de una canción, al final, radica en su capacidad para conectar con la audiencia, y esa conexión, aunque guiada por la ciencia, es profundamente humana. En ese aspecto, que la canción sea sincera, que parte de un sentimiento real del autor, es también un buen camino hacia el éxito.