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Popes80 | 24 abril, 2024

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“Látigo negro” de Aerolíneas Federales, revisitado

“Látigo negro” de Aerolíneas Federales, revisitado
Pascual Roel

“Látigo negro” es una canción de Aerolíneas Federales que fue compuesta por Miguel A. Costas Peón en el pasillo de unos estudios de grabación cuando registraba uno de los discos de Siniestro Total. Pertenece al segundo disco del grupo vigués, que se tituló “Hop Hop” (Dro, 1987) y que fue una colección de temas que superó con creces a su primer disco (Aerolíneas Federales, Dro, 1986), tanto en sonido como en composición. Incluso la portada era un paso adelante. Esos cuadrados de colores que hacían de marco para los rostros de los componentes de la banda (en fotografías de Antonio «Toñin» Verges), nos trasladaban a un mundo warholiano diseñado por Pepo Fuentes (también trabajó con Siniestro Total o Los Enemigos entre otros). Curiosamente Coral, una de las cantantes de Aerolíneas y la que verbaliza “Latigo negro”,  está enmarcada en un cuadro rosa, igual que la línea horizontal que remarcaba la carpeta. Brazos cruzados, corbatas o búsqueda de simpatía y empatía, son elementos que despide el concepto general de la carpeta del disco. Además, la canción “Latigo negro” abría la cara B del vinilo y de la cinta cassette del LP “Hop Hop”. Por último, también fue incluida como cara B del single “Por ti”, en una carpeta arlequinada de corazones.

“Hop Hop” fue un disco ya de la época tardía de la llamada “movida”. Corría el año 1987 cuando ya estábamos en el segundo mandato de Felipe González y empezaban a aflorar algunos problemas sistémicos de la joven democracia española. En ese contexto nos encontramos con este disco de los vigueses liderados por Miguel Costas. Para esa ocasión, “Hop Hop”, contaron con la producción de Enrique Martínez y los ingenieros Guillermo Peral y Pedro Delas Carnevali, además de la colaboración en los teclados de Pablo Novoa (que se hacen muy presentes) y algunos coros de Poch (voz solista en el tema “El Congo”).  El disco tuvo muchas canciones “monstruo” para el repertorio de Aerolíneas Federales, como “Hop Hop”, “Mi video no tiene mando a distancia”, o “Que pena me das”. Tradicionalmente ha sido catalogado como un larga duración de transición en la discografía de los vigueses, algo totalmente equivocado, puesto que es el paso hacia unos Aerolíneas Federales mucho más pop que en el primer disco y mucho más warholianos y experimentales.

Volviendo a la canción, “Látigo negro”, tiene una estructura redonda. Teclados, bajo, guitarra y batería construyen una de estas melodías que tienen algo diferente. Parece como si la canción emanara una magia que hace que pensemos que existía ya previamente antes de componerla y ejecutarla. Hay temas que son de todos y que pertenecen a la sonoridad de una generación. Nadie sabe cómo pasa, pero algunos genios son capaces de atraparlas, decodificarlas y traerlas a nuestro mundo. Los teclados de “Latigo negro” ejecutados por Pablo Novoa parece que siempre han estado ahí. El bajo de Silvino Díaz se ensimisma con la batería de Luis Santamarina en un acto místico, mientras la guitarra de Miguel Costas, áspera y dolorida, adorna rítmicamente algunos de los compases. Coral Alonso es la encargada de trasladarnos el dolor de la chica a la que le da voz. Coral siempre ha sido una musa. Es de esas artistas que han nacido para destacar allí donde estén. Desde su estética hasta su voz, mediante la cual le da autoridad a un relato creado por un hombre pero puesto en boca de una mujer.  La voz de Coral “emparaisa” la canción, llevándola a registros oníricos. Entre su voz y los teclados acolchan y empastan la melodía. Los teclados son los protagonistas, con el bajo, del momento instrumental del tema, donde no hay solo de guitarra. Es un solo de bajo/teclado y batería, donde los teclados envuelven y el bajo es la sangre de la canción.  

Pero lo más curioso de todo es cómo se puede resignificar el contenido de una canción, que en buena medida se adelantó a su tiempo. Es una letra que hace referencia a la violencia dentro de la pareja, aunque parece que se da en el contexto de una relación sadomasoquista.  La primera parte de la canción, hasta la parte instrumental que la divide en dos, tiene estas estrofas:

Me ha dado miedo oírte llegar
Estaba temblando y esperando
Mi cuerpo me dolía una vez más
No necesito nada de ti
Si colaboro porque te adoro
Y a veces no me importa sufrir
Látigo negro déjame en paz
Y mi cuerpo serrano no sufrirá
Látigo negro fuera de aquí
Quiero olvidarte que te conoc
í

El texto empieza expresando una emoción de miedo, que viene precedida por una parte inicial instrumental enigmática, donde los teclados nos anuncian el primer verso: “Me ha dado miedo oírte llegar”. El segundo verso es de ansiedad y de dolor “mi cuerpo me dolía una vez más”, que llevaría a la ruptura: “no necesito nada de ti”, “látigo negro déjame en paz”. Pero al mismo tiempo reconoce el amor y el afecto: “si colaboro porque te adoro”.

Amor/Dolor/rechazo/resignación son las emociones sobre las que construye Miguel Costas el texto. La escenografía es sadomasoquista, donde incluso se nos explicita el atuendo de cada uno: “yo de enfermera, tú de escocés” y que es la entrada del resto de la estrofa

Yo de enfermera, tú de escocés
Niños jugando y peleando
Cuando estamos solos nadie nos ve
Esta mañana al despertar
Me he dado cuenta que lo que cuenta
Es nuestra triste felicidad

Aquí es esencial el último verso “es nuestra triste felicidad”, que nos deja abierta la puerta a que las cosas pudieran seguir así pese al rechazo de la cantante, que habla con texto escrito por un hombre. La escenografía es precisa y narra cómo se desarrollan los episodios violentos. La chica parece que tiene una revelación en la que se resigna a seguir igual, o también podría entenderse como un abandono de las prácticas y poder escaparse. El texto es ambiguo y bien construido para emanar emociones y cuadrar con la música.

La canción es, como hemos dicho, la cara b de “Por ti”, otro tema compuestos por Miguel Costas y que tiene el siguiente texto, aunque cantada por la otra contante del grupo (Coral Costas):

Entre en la discoteca a la que suelo ir
y me fije en un niñato que miraba hacia mí
Ya que tu no me haces caso algo tendré que buscar
pero si vuelves a mi lado todo cambiará
Por ponerme en plan borde, ya ves la cagué
y ahora te cuento lo que podría hacer
Por ti me puedo casar
Por ti y nadie más
Por ti pierdo la razón
Por ti una vez o dos
Por ti, por ti, por ti
y nada más que por ti

Como vemos, “Latigo negro” puede ser la continuación de este texto, donde se expresa que haría cualquier cosa por el chico que le gustaba. ¿Eso incluiría las prácticas que se especifican en Látigo negro? Y hay una tercera canción donde hay alguna conexión con estas dos, que es “Oh qué pena me das”, y que tiene una estrofa que dice:

Pero perdona que me ría,
no aguanto tanta hipocresía.
Un hierro al rojo pongo a calentar
y en un ojo te voy a quemar,
aunque gritando pidas compasión,
aunque me pidas mil veces perdón.

Volviendo a “Látigo negro”, a medida que avanza la canción nos encontramos con sentimientos de olvido y ruptura, cuando hace referencia a su cuerpo serrano o cuando se hace una descripción del mal: “latigo negro vete de aquí”. Todo en un tono de nostalgia y resignación onírica: “lo que importa es nuestra triste felicidad”. La letra es críptica, contradictoria y surrealista, y entronca con algunos textos de Costas que mezclan realidad y denuncia (especialmente los que hemos señalado aquí).

En esos textos la mujer siempre es víctima y el victimario es hombre, lo que nos lleva a un contexto de producción y recepción clásico en los temas de violencia. Miguel Costas utiliza a menudo en sus composiciones elementos de finitud existencialistas (p.e. “Tú volarás”)

Y así es como una canción olvidada puede retomar algunos temas de actualidad. Aproxima el pasado al presente y nos hace identificar problemas pasados hoy en día y viceversa. La canción ha sido interpretada en alguna ocasión por los vigueses tras su última reunión en los últimos años. En su última versión, los teclados han desaparecido y las guitarras han ganado presencia, perdiendo el carácter onírico.

El texto, es por tanto, un fragmento de una realidad logo-falo-céntrica donde el espejo de la mujer sirve para construir al hombre a través de diferentes juegos. ¿A quién define el texto, a la mujer o al hombre? En el texto, el orden social, lingüístico y cultural de las mujeres queda en entredicho. El orden simbólico lleva a que se privilegie la masculinidad (alrededor de la que gira el argumento del texto). Ahí lo simbólico masculino forma parte del orden de la construcción de los géneros donde se construye lo igual y lo diferente. La realidad es el fruto de la construcción de lo cultural y lo biológico, donde la díada género-sexo es fruto de la construcción patriarcal del mundo (Celia Amorós) que ejerce de sistema de dominación. Es decir, una construcción masculina del texto relacionada con la voz femenina para construir al hombre victimario y la mujer víctima. Aquí podemos reflexionar que la construcción de sexo-género está atrapada en las cadenas de significado donde el sujeto es una posición en el lenguaje. Para finalizar, podríamos decir que los conceptos y el lenguaje son una esfera y lo real es otra, pero, ¿alguien puede diferenciar el lenguaje de la realidad? ¿No es la realidad lo único real del lenguaje?